domingo, 28 de julio de 2013

N/TAB/LA/2


Mil melodías en mi cabeza resonaban,
eran pensamientos en torno a la belleza,
mil seducciones se convertían en palabras,
las ilusiones que tú, corazón ingenuo, labrabas.
Mas ahora suenan incómodas y distorsionadas.

Tengo este malestar entre las vísceras.
Abro mi pecho, para calmar tal sensación.
incapaz de conseguir digerirla ni apaciguarla.
Y me hallo con estas entrañas entre las manos.
A mi desgracia, un amor arrancado de adentro.

Lo noto combativo: no cede aún en vivir,
respirando, monstruo infectado en sueños,
hijo híbrido de ansia y martines pescadores,
sumergiéndome entre más de diez mil penas,
destruyendo sin remedio mi afecto en el proceso.

Marcado su epitelio de principio a fin
de trazos rectos, conformándose continuos
triángulos de afecto extraño, compartidos como
figuras cuadradas, que son fusionadas en plenitud
en nazaríes octógonos de las eternas ciudades paraíso.

He sido un geómetra feroz y despiadado,
buscando llaves y remedios para dar a luz
a este vástago de la victoria de los ángeles,
espléndido en su concepción armoniosa, orgullo
de un espacio compartido entre dos y sus secretos.

Quien pensaba que esta adoración nacida
en las calimas estivales, entre esas caricias
y espirales movimientos de dedos bajo tu falda,
en aquella calle estrecha yacería sin piedad alguna
clavada en los vallados podridos del celestial infierno.

Centinela inconstante, debiste haber seguido
los rastros aparecidos de lágrimas de un color
indefinido, hoces cruzando mis polvorientas mejillas,
cubriendo mis temblorosos labios, con un dual silencio
sin responder a la muerte del acertijo de la coincidencia.

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