sábado, 25 de agosto de 2018

La villa de los niños


En la villa de los niños,
reside la desmemoria.
Hay talleres de olvido
y fábricas de retórica.

Se preserva la inocencia,
el arte salvaje y bruto.
Se practica la inconsciencia,
casi sin rastro adulto.

Hay un estanque de olas
con su casa de corales,
crestas abiertas ahora.
Habitan, libres, animales.

Descimentado, tumbado,
el pilar de la cultura.
En pie, pero encorvado
el de la virtud pura.

Sus jardines megalíticos
donde la lluvia arrecia
llenos de sones idílicos.
Los espíritus ya reinan.

Se desentierran cautivas,
quimeras todos los días.
Sueña la turquesa viva,
tierras de melancolía.

Costa de nácar sufrido
y sin perlas a la vista.
Derrama su cielo nival,
la colera, y el castigo.

Su cimbra del porvenir
cediendo ante la luna.
Esta resistencia, fin
de la desazón profunda.

No voy allí a morar,
donde está la iniquidad.
Rechazo pues reposar
donde no hay moralidad.

domingo, 5 de agosto de 2018

Por debajo de la ciudad de la luz (Sub lumine)


Supeditado verano,
lleno de flores efímeras.
Terrenal y grávido, allí
llegará un camino lento.

Hermético y golpeado,
un nuevo caleidoscopio.
Seres secretos y míticos
en un duplicado jardín.

Envenenado por el verdor,
puntuado por la arena
e invadido por el agua,
un reflejo de azules.

Llegarán olas armadas,
mortales ondas, salvajes.
Comenzarán hostilidades,
perpendiculares sombras.

Arrasarán las familias,
destruirán todas las almas.
Restará la selva vieja
y en la costa, solo huecos.

Su marcha finalizará
al decaer este querer.
Este retiro artificial,
que restará en suspenso.

Un plan en vía muerta.
El calor ya extinguido.
La hora queda más fría.
La tierra es una isla.

Un páramo sub lumine,
un mimético objeto
en una playa de universos.
Fiero elemento otra vez.

Mi devoción ya me lleva
por una ruta caligráfica
liberada, más ardiente,
voz de ciudad sin sonido.

Celebro cada mes, treinta
rubíes, y en esta inhospita
estación, estaré tenso,
sin mancha, sin agarre.

Mis plumas se baten contra
un miramar de espejos
del tiempo estratosférico
en este mundo intuitivo.

Una frontera se quiebra,
a poniente se ocultan
mis fantasías brutales,
cruces de nuevas mañanas.

He elegido la elipsis,
energía continuada,
un motor de mi busqueda,
frente a un abismo formal.

Vulgar realidad, vuelve.
Contrapunto de mi monte.
Nada arreglará mi error.
Ayer dejé de ser joven.

Devastado y temido,
herido por el bello sol.
Tambaleante y humilde,
aspiro al atardecer.