sábado, 25 de agosto de 2018

La villa de los niños


En la villa de los niños,
reside la desmemoria.
Hay talleres de olvido
y fábricas de retórica.

Se preserva la inocencia,
el arte salvaje y bruto.
Se practica la inconsciencia,
casi sin rastro adulto.

Hay un estanque de olas
con su casa de corales,
crestas abiertas ahora.
Habitan, libres, animales.

Descimentado, tumbado,
el pilar de la cultura.
En pie, pero encorvado
el de la virtud pura.

Sus jardines megalíticos
donde la lluvia arrecia
llenos de sones idílicos.
Los espíritus ya reinan.

Se desentierran cautivas,
quimeras todos los días.
Sueña la turquesa viva,
tierras de melancolía.

Costa de nácar sufrido
y sin perlas a la vista.
Derrama su cielo nival,
la colera, y el castigo.

Su cimbra del porvenir
cediendo ante la luna.
Esta resistencia, fin
de la desazón profunda.

No voy allí a morar,
donde está la iniquidad.
Rechazo pues reposar
donde no hay moralidad.

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