domingo, 5 de agosto de 2018

Por debajo de la ciudad de la luz (Sub lumine)


Supeditado verano,
lleno de flores efímeras.
Terrenal y grávido, allí
llegará un camino lento.

Hermético y golpeado,
un nuevo caleidoscopio.
Seres secretos y míticos
en un duplicado jardín.

Envenenado por el verdor,
puntuado por la arena
e invadido por el agua,
un reflejo de azules.

Llegarán olas armadas,
mortales ondas, salvajes.
Comenzarán hostilidades,
perpendiculares sombras.

Arrasarán las familias,
destruirán todas las almas.
Restará la selva vieja
y en la costa, solo huecos.

Su marcha finalizará
al decaer este querer.
Este retiro artificial,
que restará en suspenso.

Un plan en vía muerta.
El calor ya extinguido.
La hora queda más fría.
La tierra es una isla.

Un páramo sub lumine,
un mimético objeto
en una playa de universos.
Fiero elemento otra vez.

Mi devoción ya me lleva
por una ruta caligráfica
liberada, más ardiente,
voz de ciudad sin sonido.

Celebro cada mes, treinta
rubíes, y en esta inhospita
estación, estaré tenso,
sin mancha, sin agarre.

Mis plumas se baten contra
un miramar de espejos
del tiempo estratosférico
en este mundo intuitivo.

Una frontera se quiebra,
a poniente se ocultan
mis fantasías brutales,
cruces de nuevas mañanas.

He elegido la elipsis,
energía continuada,
un motor de mi busqueda,
frente a un abismo formal.

Vulgar realidad, vuelve.
Contrapunto de mi monte.
Nada arreglará mi error.
Ayer dejé de ser joven.

Devastado y temido,
herido por el bello sol.
Tambaleante y humilde,
aspiro al atardecer.

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