domingo, 14 de octubre de 2018

David Is Dead (but maybe yet alive...)


En ese climax minúsculo
que reposa tras espacios
lúgubres, de asfixia.

En la rotura de columnas
que unen los lazos secretos
formadores de los hombres.

En el hueco del craneo,
que resuena punzante
sobre un valle de la noche.

Allí, descansa su miedo,
portador de la parálisis.
Así, en atávico negro.

En el momento de ojos
rápidos y en movimiento,
cerrados de amargura.

En estaciones desiertas
donde ya rige el gris
de la falta de recuerdo.

En azul profundo, sin amor,
solitario y frío, entre
un pálido fondo rosa.

Allí, tañen los silencios:
David is dead, David est mort.
Sí, sí, David está muerto.

Una víctima del trueno
roto, mas apocalíptico.
Voz del grito, luz del tiempo.

Sin embargo, aún vive
entre casas que arden,
como fantasmas guardianes.

En las nostalgias ventosas,
de oscuridades sin norte,
bajo cielos sin estrellas.

En el dolor del espino
y el daño de las agujas.
Por la reforma de un cáliz.

En la redención de faltas
presentes en la descripción
clave de otro porvenir.

Ahí cierne solemne, en
sus espaldas, una sangre
roja carmesí, y ajena.

En las ciudades más llenas
de esos vivos que creen
estar tan muertos como él.

En sus nombres, él exhibe
su familia y su origen,
que no le abandonan nunca.

En sus libros, él fija fotos
cotidianas y confía
en las memorias amigas.

Ahí se guarece al fin,
su descanso y una hilada
tendida a la distancia...

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