jueves, 2 de mayo de 2013

"Kisslands" (I). El Anhelo


Tierras de quietos besos,
entre vuestras mejillas amerizan,
cápsulas de sucesos
que con luz arrebatados balizan
portales biselados,
encendidos contra tenaces hados.

Bastidores tallados
en ruegos agraces y alegrías,
cortejos camuflados
en duales sonrisas, mutuas grafías,
arrullos electrónicos
o agasajos de vocablos tónicos.

Dinteles primorosos,
arrancaos las místicas suturas,
separaos hermosos,
consentid en desnudas aperturas,
amalgamas entre dientes
que desgajen placeres remanentes.

Cantiles insurrectos,
faltos de vainicas pespunteadas
de labios selectos.
Amasad las dulzuras veteadas
ácimas y en lamento,
si están en privación de tu alimento.

Griales, moldes maestros
como troqueles dejen ya impresos
flamígeros, diestros,
una pátina de crudos, confesos
deseos a culminar
y otros muchos aún por determinar.

Medicina clemente,
aluvial del habla, dará paso
este pliegue agente
a tu ábrego, suave cieloraso.
Inicio explosivo,
indicio quizás de un querer furtivo.

Alamares y caireles
que se esculpen en los mares rizados
de vaho. Los papeles
hasta ahí jugados, olvidados
se van al primer roce.
Comienzan prodigios en nuestro goce.

Ángel enardecido
que sin premuras, áureo, tú velas,
al vendaval rendido
en mi pecho, hecho escarapelas.
Éste tu carnal verbo.
Éste mi enmudecido acervo.

Lenguas de remolinos,
en bobinas eléctricas dobladas.
Flujos libertinos,
liras de gusto redondeadas.
Alumbran brillantes tal transferencia,
disfrute no carente de indulgencia.

Vigilante estrella
fugaz, errabunda flecha y bólido,
la atracción destella:
el anhelo se descubre sólido.
Protégeme de mi arrojo intruso,
expuesto, mas ajeno de abuso.

Sincera y evanescente,
tu efigie me ríe sobria y fina.
Primaria, inocente
llena de pálida adrenalina.
Mis manos que rodean tu cintura,
pues hoy me pertenece sin usura.

Virtuoso deambular
guarde nuestro envés y aura esquiva.
Un fatigado ulular
fue lo anterior en retrospectiva:
la tosca obertura
a un espacio de común aventura.

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