sábado, 3 de agosto de 2013

Canción del Azar


Zurció un encuentro el azar,
cuando cayó sobre el andén
de aquella estación de tren
tu verde pendiente de jade.

En medio del temporal,
me agaché a recogerlo,
Tu mano sobre la mía,
se cerró como un beso.

Agarrados a ese momento,
alcé la mirada a tu rostro,
y cuando llegó a tus ojos,
algo se me quebró adentro.

Era un día de verano,
pese a no parecerlo,
la tormenta en su apogeo
iluminaba mi deseo.

Tu ropa estaba mojada,
marcaba todo tu cuerpo,
metido en aquel bañador
bajo tu camiseta ceñido.

Estaba tan cerca la costa,
la arena de playa volaba.
Nos pusimos a cubierto,
juntos, sin decirnos nada.

Tropezaste en un escalón,
te oí un quejido de daño.
Y te ofrecí mi hombro,
dónde recayó tu peso.

Seguíamos en silencio,
solos, tú en mí apoyada.
Con un leve gesto,
me indicaste mirar tu pie.

Quité tu sandalia por ver,
si acaso no estabas bien.
Acaricie tu suave tobillo,
me sonreíste por primera vez.

Llevaste mis dedos arriba,
acompañados por los tuyos,
me trajeron hacia ti.
Repasaron toda tu cara.

Era el día de San Juan,
tu boca era un incendio,
cinco minutos de gloria,
labios y lenguas atadas.

De pronto, escuché un silbido.
Creí que ibas justo detrás,
y sin pensar, salí corriendo.
para subir en aquel lugar.

Y fui yo el único en cogerlo.
Separamos nuestros caminos
y nunca volvimos a vernos.
Recuerdos que ahora yo escribo.


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