jueves, 8 de agosto de 2013

Ennui (La Décima Víctima)


A veces en la reyerta del insomnio y el cansancio,
me invade el vuelo del pensamiento acumulado
y la madrugada se tiñe de un pigmento inútil.

Turbulencias económicas, dinero volátil.
Traficantes de voluntades, drones vigilantes.
Libertades estraperladas, burlas predicadoras.

Cual radar Doppler bulle el maremágnum
de la brega diaria encendida y mi ánimo
escoge el camino del kamikaze.

Maldigo entonces la inacción de la sociedad,
mi parte de culpa, proporcional, innata,
en ser parte del panorama desolador.

Tendríamos que actuar, asesinos de vampiros y parásitos,
y somos siervos de la sociedad que nos integra,
contagiados de ennui y renuncia.

Nos hacemos perfectas víctimas conformistas,
drogadas de devastación moral,
desarmados entre rutinas.

La desilusión se ha convertido en nuestra horma,
vaina de contención de fibra fuerte,
brigada antirebelión ideal.

Los sistemas nos aspiran y nos regurgitan en broza,
sin capacidad de reflexión o agravio, quincalla
anulada por los leviatanes concurrentes.

Lanzo un pleito de autodefensa métrica en contra
de la misantropía general, en individual
manifestación de este mutismo.

Clandestino nos esclaviza, artilugio que borra
fatal nuestro valioso rol de resistencia,
a buscados tragos sincopados.

En estas horas perdidas AM, suena de fondo mi FM,
calmo mi rabia como self-dj, Bowie style
autoeditandome y masterizandome.

Paradójicamente en los últimos tiempos, duermo
de forma exclusiva al son de guitarras y bajos,
golpes de batería, embeleso de monos árticos,

que cantan en mis auriculares "¿Eres mía?",
"¿Lo quiero saber?" Y sobre todo, realmente:
"¿Por qué me llamas sólo cuando estás colocada?"

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