viernes, 23 de agosto de 2013

Camera Obscura (Preludio al arte total del cinematógrafo)


Un telescopio enfocado al boceto humano
comenzó la revolución de la representación.
El síndrome que surgió a los hijos de Narciso
de ser aún fieles que el arte del autorretrato.

También fantasmagorías allí tuvieron origen
o vidrios cinemáticos de cenefas y mosaicos.
La contienda de la invención y el imaginarium
contra la realidad usando su propio reflejo.

Quedó apartada la opaca sombra chinesca
por las rendijas de destellos estroboscopicos
perfeccionando la simulación de sucesiones
estáticas en movimiento irreal pero distinguido.

Trenes de ideas y apariciones sobre las telas,
revisitaciones de los pasajes más vívidos,
el estreno de una nueva forma de memoria
fijada y revelada sobre nitratos de celulosa.

La oscuridad capturó a la luz de la ciencia
del movimiento parcelas no perceptibles.
Constructos de las cenizas del tiempo así
desnudos en alegorías multidimensionales.

Intérpretes cambiaron sus dotes de medium,
relegaron académicas tramoyas e histriónicos
visajes, vistiendo la sutileza y proximidad
de las lentes grises dentro de sus repertorios.

Se trocaron los exordios por montadas elipsis.
Atmósferas de partituras envolventes, pronto
imbuidas en el ciclo iconógráfico, encadenados
entre sí de voces, sonrisas y llantos grabados.

Y la vida realzada al fin se derramó al público,
en encadenados, travellings, planos secuencia.
Pasando a plano general, medio, primer plano,
primerísimo primero. Ojo. Cornea. Negro. Fundido. ¿Fin?.

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