martes, 20 de agosto de 2013

Crossover


Se clausuraron en una sola frase 
pronunciada hacia Abril de 1994
en el Mercado Puerta de Toledo
todos mis años de adolescencia.

Un chaval al que no conocía,
enguantado con unos puños 
rocosos de La Cosa, a gritos
decía: "¡Es la hora de las tortas!"

Yo, mientras, bolsas en mano, 
reía. Poco sabía que no volvería 
a comprar más cómics hasta que 
pasasen otros quince años más.

Jamás he dotado de su completa
importancia a esto hasta tiempos
más recientes. Aquel periodo
entre dibujos, tiendas y ferias.

Los sábados por la mañana,
recorríamos entre amigos desde
la calle de la Cruz hasta la de
la Luna como un peregrinaje.

Guardianes, ronines, venganzas, 
mitos, hampones, guerras secretas:
Byrne, Claremont, Davis, Adams,
Miller, Pérez, Shooter, Lee y Kirby.

Maravillas, detectives, imágenes...
Dudábamos que héroes escoger.
Mis favoritos vestían su emblema 
con una incógnita por despejar. 

El zarpazo de garras irrompibles.
Un rayo ciclopeo filtrado en cuarzo.
Espíritus en fases incorporeas.
Diosas de ebano punk sobre el clima.

Adulto, me he planteado el reflejo
de esos momentos en mí. Un cruce
de bushido y joie de vivre con poso
mucho más duradero de lo esperable.

Ahora que la humanidad cuestiona:
"Quis custodiet ipsos custodes?"
más que nunca con el temor a 
ser vigilados, a perder la libertad,

sí, este devenir ha dado la razón
a aquel chico que emulaba a
Ben Grimm. Estaba en lo cierto.
"It's Clobberin' Time!" Sin duda.

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