miércoles, 2 de enero de 2013

Destello (Oniria. Exterior. Día.)























Un Pegaso embravecido, brilla encima del frío Atlántico.
Cruzando el cielo, rayo estelar, atraviesa nubes, velos
disueltos en argón precipitado por el crisol del verano.

Llegado a la costa, el jinete planta su pie en la campiña.
Asoma a vislumbrar verdes entre la caliza oleada en erosión.
Se tumba, en el horizonte de hierba: Montaña derrumbada.

Magullado, persigue matar el dolor, sujeta su cabeza,
brizna solitaria, arrastrada por la brisa, pegada al cuerpo
ahora tembloroso. Ínsula de derrota sin fin, no querida.

Observa acostado, la herrumbrosa lanza, la antes admirable
y ahora abollada armadura, granos desordenados en la llanura
de corte limpio infinito. Piensa que solo queda él tras la batalla.

Cree nutrirse de una ligera penumbra, retorcerse al pasar
de un tiempo indeterminado. Eones. Constata que nadie sabrá
que la lucha ha existido. Forma facciones que sabe no volverán.

Postra su cuerpo entero en un llanto sordo, inasequible
ante las huellas de los cascos del animal y se sumerge desolado,
desmayado, en el arpa del prado azotada por el débil viento.

Allí, insectos bucean sus doradas alas de bronce, bajo frondas,
mantos de azaleas, amapolas y crisantemos, libando afanosos
el néctar de las flores caído por acción del sol de la mañana.

Sus palmas se extienden y fusionan con los tallos, se yerguen
manantiales surgidos de sus lágrimas de barro, mojan su boca
que da lugar al fin a una voz nueva, al ritmo creciente del agua.

Corrientes, lanzan sedales a su dormida conciencia, prestan
atención por fin a los mantras de su boca, palabras ámbares
de sensaciones puestas en acción, inyectándole arrojos.

Sentimientos frescos despiertan. El desgarro interior torna sano.
Se ensueñan las dudas. El arroyo es en realidad, naciente río.
Decidido, se levanta. Monta a su alado y eterno compañero.

Pretende descubrir una playa distinta, confín de este mundo.
Con apremio y brío, parte convencido. Hacia al Oeste. Intenta
que la umbría  jamás amenace a caer otra vez sobre su figura.

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