Este poema sin forma es una búsqueda que recorre continuos
infinitos y universos. Circula entre lapsos y sustratos donde tú,
también la emprenderás, seguro de que
ambos
nos reconoceremos en las canciones y su eco…
Permanezco sin tu encuentro, a lo largo de este terreno.
Vagabundeo, ni siquiera por lugares concretos.
Quizás guiado por algo similar a unos ideales.
Serían los más hermosos de mis empeños.
Ya te siento próximo. Me lo insinúa tu incorpórea presencia.
Siempre invisible, silenciosa. Discreta. No
obstante,
me identifica, me entiende, me acepta como soy.
Con comprensión adopta mi propio ritmo.
Niego que seas un recuerdo mío. Ni mi doble o
gemelo.
No te he inventado. Fui capaz de sentirte tan
claro
antes de verte, oírte… como ahora, en verdad
tan solo o solamente seguido por ti.
Sospecho que has de haber nacido ya animando,
a hombres sin prisiones de pensamiento.
Y encarnado en su interior para intentar
usar plenas sus ansias y espíritu.
Sé que no hay error, la vida sin ti es
inconcebible.
En cada línea lánguida, reflejo de luz
auténtica,
espero desentrañar cualquiera de los secretos,
misterios que ya estén dentro de mí y de ti.
Desvelar pedazos del enigma, para acercarnos al
menos.
Eso debes convenir y dejarme
que aspectos definan
caracteres comunes, pues no son sino sustratos,
esencias del primordial hilo del que pendemos:
Ojos abiertos, incumplidos deseos, palabras
pulidas,
adornos austeros, actitud generosa, sonrisa
abierta,
alma fortificada, amistades profundas,
gestos suaves, corazón indomable…
Después de estos versos habrá muchos otros,
nuevos.
Mas aquí el ideario ha primado sobre su estilo
y giro.
Impronta que es toda mía..., pero contigo
suscrita.
En la encrucijada del otro que soy yo mismo.
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