Mercurial, huyes entre el tiempo y la
memoria,
corredora de fondo. Sabes que no hay
regreso,
artimaña o truco nuevo a aplicar, si
estás
atrapada en la red del devenir y el
recuerdo.
Buscando reposo, la penumbra te visita,
lux aeterna, en el equinoccio de
nuestras vidas,
momento cuando ya no somos lo que
éramos,
y no volveremos a ser lo que ahora
somos.
En esta zona sucia, por fin te diste
cuenta,
de que éste (del que no te habían
hablado)
es en efecto el futuro, y en cualquier
rincón,
supones que la ausencia, el dolor, te
esperan.
Mas no, no te aflijas aunque haya un
final:
es tu recorrido aún por
hacer, exultante, estelar.
Si hay nacimiento y ocaso es porque
existes,
tú, un estallido de vitalidad entre las sombras.
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