Caminando en círculos polares, alma, detén tu viaje,
vacías las fuerzas.
Sobre el hielo azul, fuego frío, me quemas, te
descubres entre la piel.
Retornan a ti en solícita soledad, rostros
perdidos en la memoria,
en el recuerdo de los dulces días al sol, la tristeza
en voces ajenas.
En este final, deseo volver a ser aquel que decía
verdades sin ambages,
recuperar voz cálida y tersa, admitir en la vida tu
incómoda ausencia.
Lírica, hiciste férrea posesión entrando, semilla fina y pequeña
en mi corazón, mas huidiza, último haz verde, en la
noche, te fuiste.
Retornar a tus labios abstractos, al rostro que yo quería besar.
Tu sonrisa, cristal facetado, he buscado en el
desierto menos cálido,
queriendo convertir en caminante de glaciares al
escritor de interiores,
buscando tu reflejo entre las luces de un trozo de
cielo en la tierra.
Qué decirte al fin: mis pasos me llevan, consecuentes
a mi meta,
antes de lo debido, harán caer mi nombre vedado en estéril
olvido.
Y en mitad del blanco infinito, tan cerca de mi última
hora, sólo espero
enfebrecido, casi inconsciente, la amnesia o tu
velada epifanía...
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