domingo, 4 de noviembre de 2012

E.E.



  

La estampa de tu silueta recortada en aquel umbral
frente a tu supuesto hogar, todavía me conmueve.
Nunca, pese a tus hijos, tus hermanos, tendrías familia.

Creíste ignorar la verdad de tu amor todos aquellos años,
persiguiéndola incansablemente, al revelártela sin duda,
cuando pudiste entrar, desde afuera cerraste sus puertas.

Tú que fuiste el eterno buscador, la sangre siempre te llamó.
En la paz como en la guerra, siempre fuiste un perdedor.
Tú mismo te forjaste una tenacidad rayana en la locura.

Estando dispuesto a vengar a través del tiempo,
las causas en las que creíste, fueran o no justas.
Incansable cazador de norteños, de indios, de leyendas.



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