domingo, 4 de noviembre de 2012

Rose Rouge




El aire huele a fuego nuevo,
te acompaña, a prudente distancia,
hoy tarde, martes de verano,
desde los soportales del bulevar,

hasta la puerta de tu edificio
frente a mi discreto apartamento.
Descubierta aquella noche
en tu buhardilla, medio oculta,

tras las ventanas (sin cortinas),
cantabas una tonada matando el tedio
de una espera beckettiana, impaciente,
alisándote los cabellos de forma lenta.

A primera vista me encantaste,
chica de clase media, de lencería
barata de algodón, leggins naranja
que mínimamente los muslos te ocultaban.

Poco pudorosa te movías,
bailando, desnudándote, sola.
Te detuviste un momento,
Contemplándote en un espejo, tan creída.

Conducías esa bella forma en ti,
de caminar, mesmerizante movimiento.
En el cimbrear de tu figura
se entendía una gozosa danza.

Expresaba un sentimiento, la cintura
angelical de ondular perfecto,
Y yo pensé, seré desde ahora yo, 
tu guardián, aún de insegura prenda.

Aspiro a robar de tu jugosa boca
tu desconocido nombre, y el color
del rosado lápiz de labios 
por el cual te reconozco ahora.


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