miércoles, 21 de noviembre de 2012

Muro





















...En mi horizonte, fiero, implacable,
aparece sin razón aparente,
tan alto, que semeja infranqueable.

Es sólido, de mi mente no producto,
real al tacto, vertical, firme, solemne.
Inmenso, en bloque de roca. Un muro.

Plantado en la inmensa nada lisa,
en la que pesa la tensa soledad
que hace del lugar su rara divisa.

Aunque es inasumible, lo contemplo, 
no hay apertura, grieta u oquedad
en este extraño y absurdo monumento.

A izquierda o derecha, no interrumpe,
su fuerte construcción este elemento.
Puertas, busco en su camino, y no irrumpen.

Asaltarlo, alternativa, pensamiento constante.
Me parece haber tomado esta decisión, pero
¿podré subir esta pared gigante?

Me encaramo con pies y manos, me encelo,
a las duras aristas de la piedra, escalando,
pugno con lo que parece tiene límite en el cielo.

Tras días, semanas en el muro, donde lucho,
duermo, sufro, sudo, acabo por creer
que no puede haber objetivo más duro.

Sin aviso, mi mano temblorosa, encuentra,
cuando todo lo sentía ya perdido,
el último bloque, fin de la pelea cruenta.

Me siento en su borde, lo domino.
Sorprendido, estoy con lo que vislumbro, 
pues la nada es lo único que adivino.

Me decido a descender por el otro lado.
Rápido, con hálito de prisionero fugado,
en un solo día ya lo he bajado.

Abstraído por la alegría, del simple hecho,
de tener ya ambos pies en pleno suelo, corro.
Sin dirección, libre, las rocas de vista pierdo.

Mas mi alegría acaba pronto, en un momento,
paralizado, perplejo, pese a que confirmo
cuanto ya sabía en mis adentros, cuando oteo...

...En mi horizonte, fiero, implacable,
aparece sin razón nuevamente,
tan alto, que asemeja infranqueable...

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