miércoles, 7 de noviembre de 2012

Vieja Carne (Teselas)

















En la cueva de Daniel, bajo el signo de la estrella de David,
desde lo más profundo del pozo, los pedazos saltan de mí.
Ah, mientras el corazón aún late, este torso yace abierto.
La manada de leones huele mis rojos fluidos. Rugen. Ríen.

Geometrías variables que me cubren, huesudo, baldío canon,
desaparecen así, a zarpazos, teselas de fibra y epitelio.
Astillas, desprendidas de un mosaico mayor, triángulos,
intersecciones aún no sucedidas de las líneas del tiempo,
sustituidas, al poco, por aristas y cicatrices, ásperas,
enterizas, resistentes, sin nada superfluo entre ellas.

Cuando no haya más que devorar, ten compasión, Señor.
Rescátame, cálmame, sana estas llagas. Aún quiero vivir.

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